
Había una vez, una joven bella, inteligente y seductora llamada Papaya, bendecida por las diosas con múltiples dones. Papaya era segura de sí misma y tenía la capacidad de enamorar a quién quisiera. Sin embargo, el mayor don que las diosas le regalaron fue el orgasmo femenino.
La joven doncella siempre había disfrutado de su vida haciendo buen uso de estas bendiciones hasta que, un día inesperado, una terrible pandemia sacudió el mundo y se vio obligada a permanecer sola en su casa por largos meses. Papaya pasaba los días triste, abrumada por la soledad del distanciamiento social, hasta que una mañana tocaron a su puerta. Emocionada corrió para ver de quién se trataba, pero para su sorpresa no había nadie esperándola, solo una caja con su nombre al pie de la entrada.
La curiosidad también era uno de sus dones, así que rápidamente tomó la caja en sus manos y, al abrirla, sus ojos se iluminaron con rigor. La caja contenía todos los placeres del universo, y en ella encontró una nota que decía: “Conmigo vas a gozar”.
Desde aquel momento, Papaya recuperó su poder y volvió a ser tremendo mujerón...
Ahora sus días están llenos de autoamor, autoplacer y deliciosos orgasmos. Colorín colorado, este cuento se ha acabado (o comenzado).