
“Vivimos en una sociedad obsesionada con los cuerpos de las mujeres: los exhibe y los tapa, los sexualiza y los degrada, los adora y los teme. Se nos ha enseñado a idolatrar los cuerpos ficticios y a despreciar, ridiculizar y censurar los cuerpos reales. Las revistas "femeninas” nos exigen que nos queramos tal y como somos mientras que nos indican amablemente que somos demasiado gordas, o demasiado flacas, o demasiado planas, o demasiado prominentes, para que nadie nos quiera nunca. Solo se nos permite aceptarnos si cumplimos patrones que, antes de pasar por photoshop, no existen“.